La muger que nunca ganaba a las damas
Como una buena reina del baile, Theresa May va a necesitar la creatividad de un buen jugador de ajedrez para cuadrar el círculo irlandés.
A Theresa May no se le da bien bailar. Tampoco es el mejor exponente del famoso humor británico. May, una mujer en un mundo de hombres, presume de ser "fuerte y estable" (este fue su eslogan de campaña). Por eso su entrada triunfal en el escenario de la conferencia del Partido Conservador británico, celebrada esta semana en Birmingham, ocupa la primera página de todos los periódicos del Reino Unido de este jueves. May inició su discurso al ritmo de 'Dancing Queen' de Abba, con una coreografía que recordaba más a los robóticos Daft Punk que al grupo sueco. Y evitó hablar demasiado de su fallida oferta de 'brexit blando' a la Unión Europea. Un plan que se gestó en la residencia de verano de May, Chequers (damas, en español). Un plan tan absurdo (proponía la aplicación de una compleja e inexistente solución tecnológica para evitar los controles de aduanas entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda) que es el blanco de todas las bromas en Bruselas. Mientras que Londres esta distraído jugando a las damas, dicen, los estrategas de la UE le están ganando al ajedrez. La legendaria ironía británica, perdida para siempre en su primera ministra.
Crecerse ante la adversidad
Hay no tiene muchos amigos. Los 27 ya no la invitan a cenar. Boris Johnson, exministro de Asuntos Exteriores y eterno archirrival suyo, le lanza veladas amenazas desde su columna semanal en el conservador 'Daily Telegraph'. El extravagante diputado 'probrexit' Jacob Rees-Mogg y los archieuroescépticos miembros del llamado 'Grupo de Brujas' (por el famoso discurso de Margaret Thatcher en el federalista Colegio de Europa en Brujas en 1988, no por las hechiceras. De hecho, la mayor parte de sus miembros son hombres) no escatiman en insultos. Dicen las malas lenguas que el eslogan más coreado en las fiestas euroescépticas de la Conferencia del Partido Conservador este año era "¡Colguemos a esa zorra!".
Pero la premier británica se crece en la adversidad. Cuanto más largos son los cuchillos de sus enemigos, más altos son los tacones de May, mas rojos sus vestidos y más sofisticado el contrataque. Lo volvió a demostrar el miércoles, saliendo victoriosa de una conferencia que muchos consideraban su epitafio político. La semana no empezó bien para la primera ministra: un fallo de seguridad en la aplicación que los conservadores habían creado para la conferencia del partido; un patinazo del ministro de Asuntos Exteriores, Jeremy Hunt, comparando la UE con la extinta Unión Soviética, y un Boris Johnson convertido en estrella del rock, llenando escenarios al grito de "¡carguémonos Chequers!". Todo hacía indicar que May se enfrentaba a su particular "debacle de Birmingham", después del "desastre de Salzburgo", donde los líderes europeos dieron al traste con sus planes de conseguir un acuerdo de divorcio rápido e indoloro.
Pero el discurso de la primera ministra, centrado en resaltar que su Gobierno es el único capaz de aportar soluciones creíbles al dilema de 'brexit', ha reafirmado el liderazgo de May, al menos hasta finales de año. Y esto son buenas noticias para Bruselas. Los líderes europeos están cansados de las tácticas negociadoras de May, basadas hasta ahora en una cierta arrogancia y grandes dosis de pensamiento mágico. Pero la perspectiva de enfrentarse a un divorcio comandado por el imprevisible Johnson, el extraño Rees-Mogg, o el anárquico Jeremy Corbyn (líder del Partido Laborista), es simplemente aterradora.
May ha conseguido salir indemne de Birmingham, pero le espera una tarea mucho más dura por delante. Con su 'plan Chequers' muerto, May necesita encontrar la forma de resolver el problema irlandés y mantenerse en el Ejecutivo. Ahora mismo, ambas cosas son incompatibles: los Unionistas, con cuyo apoyo consiguió formar Gobierno tras los desastrosos resultados del 2017, no están dispuestos a permitir controles fronterizos entre las dos Irlandas. La única forma de conseguir evitar estos controles es mantener al Reino Unido en el mercado interior europeo o en una unión aduanera. Ninguna de las dos cosas son aceptables para los diputados conservadores 'probrexit', sin cuyo apoyo May no puede continuar en el poder. Y la UE no está dispuesta a dejar que el Reino Unido forme parte solo de ciertas áreas del mercado interno (libre circulación de bienes y capitales, por ejemplo) y rechace otras, como la libre circulación de personas.
Para cuadrar el círculo irlandés, May va a necesitar la creatividad de un buen jugador de ajedrez. Es hora de que la serena dama de rojo cambie damas por reinas. Como una buena reina del baile.