EL NUEVO VIEJO GOBIERNO DE POLONIA Y SU VISIÓN DEL FUTURO DE LA UE

Opinion piece (CIDOB)
Agata Gostyńska-Jakubowska
01 July 2020

El 13 de octubre del 2019, los polacos optaron por el statu quo en la política europea polaca. Reeligieron al gobierno socialmente conservador y económicamente de izquierdas de Ley y Justicia (PiS), que ha topado con la UE desde su llegada al poder en el 2015, porque ha impulsado unas polémicas reformas judiciales que constituyen una amenaza para los mecanismos de control democráticos, y ha inducido a la UE a tomar represalias. La Comisión Europea ha iniciado diversos procedimientos contra el gobierno polaco ante el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), y ha recomendado la aplicación del artículo 7 del tratado sobre la UE. El año 2018 la Comisión también presentó un proyecto de ley que permite suspender la financiación de la UE a un estado miembro que dé pasos atrás en el respeto a la ley. La regulación de este proyecto de ley está siendo considerada actualmente por los estados miembros en las negociaciones del marco financiero multianual 2021-2027*.

El gobierno polaco alega que la UE no tiene derecho a intervenir en cómo llevar a cabo las reformas judiciales, y que Bruselas está simplemente “señalando” a Polonia por negarse a aceptar la postura dominante en la UE sobre determinadas políticas. De hecho, Varsovia se opuso, por ejemplo, a las cuotas obligatorias para el reasentamiento de los refugiados procedentes de África y el Oriente Medio, y se ha mostrado muy reticente a combatir el cambio climático. Según el gobierno, en los dos últimos años, el equilibrio de fuerzas en la UE se ha desplazado desde los estados miembros hacia las instituciones supranacionales de la UE, tratando a algunos estados miembros mejor que a otros.

Bajo el liderazgo del PiS, por consiguiente, Varsovia ha abogado por dar a las capitales de la UE y a los parlamentos nacionales una mayor participación en el proceso de toma de decisiones en la UE, para mitigar la tendencia de la Comisión a extralimitarse. También ha dicho que sus predecesores tuvieron una actitud sumisa ante la política de Bruselas y ha decidido corregirlo con más confrontación. El año 2017, el PiS se opuso a la reelección de Donald Tusk como presidente del Consejo Europeo. Y en el año 2019 unió fuerzas con otros estados miembros para bloquear la candidatura de Frans Timmermans a la presidencia de la nueva Comisión.

 

Aunque el relato del gobierno polaco sobre el diktat de Bruselas tiene poco fundamento, resulta atractivo a muchos de sus votantes. Los polacos son pro-europeos, pero el tiempo que pasaron al otro lado del telón de acero los ha vuelto vulnerables a las reivindicaciones del PiS. Efectivamente, es posible que en algún momento las instituciones de la UE se hayan centrado más en la posibilidad de acaparar más poder que en las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos. Pero su intervención en la crisis del principio de legalidad en Polonia ha sido justificada. En los estados miembros, cualquier intento de debilitar la independencia judicial socava la confianza mutua que ha apuntalado proyectos europeos clave como el mercado único y los asuntos de justicia e interior; la Comisión no puede hacer la vista gorda respecto a los actos anticonstitucionales que tienen una relación potencial con la cooperación europea. El año 2019, el TJUE sancionó esta línea argumental y sentenció que el intento del gobierno polaco de socavar la independencia judicial del Tribunal Supremo era una violación de la ley de la UE. 

La discusión actual con la UE respecto al principio de legalidad ha debilitado la posición de Polonia en la UE y su potencial capacidad para influir en el debate sobre el futuro de Europa. Aunque la salida del Reino Unido de la UE ha creado una oportunidad para que Polonia releve a la Gran Bretaña en su papel de liderar los esfuerzos de la UE hacia, entre otras cosas, una mayor liberalización del mercado único, Varsovia no ha sabido aprovecharla. Bajo el liderazgo del PiS, Polonia se ha ganado una reputación de país problemático que le ha dificultado mucho perseguir sus intereses estratégicos. Encontrar la manera de escapar de esta irrelevancia política en la UE debería ser la primera y más importante tarea de los futuros gobiernos polacos que aprecien los valores de la UE.

Agata Gostyńska-Jakubowska, Investigadora sénior, Centre for European Reform, Bruselas