Cómo salvar Schengen
La Unión Europea ha perdido el control de sus fronteras. Schengen, el acuerdo que abolió los controles fronterizos en 26 países europeos, está a punto de derrumbarse. Seis Estados miembros (Alemania, Austria, Dinamarca, Francia, Noruega y Suecia) han restablecido controles en sus fronteras, y otros, como Hungría o Eslovenia, han levantado alambradas y desplegado al ejército. En el origen de todo, la mayor crisis de refugiados desde la II Guerra Mundial y dos ataques terroristas de gran magnitud.
Durante el último año y medio, Bruselas ha estado dando palos de ciego en su intento por resolver la crisis de los refugiados. El último es un acuerdo sin precedentes con Turquía, para mandar de vuelta a todos aquellos que crucen el mar Egeo con destino a Grecia. En contrapartida, la UE ha prometido que los turcos podrán viajar a Europa sin visados. El acuerdo ha conseguido reducir el flujo migratorio: el 20 de marzo, el día en que el pacto entró en vigor, 1.667 personas entraron irregularmente en Grecia. El 16 de mayo lo hicieron solo 16. Pero el acuerdo con Turquía es frágil y puede derrumbarse en cualquier momento, por razones legales, operativas o de índole política.
En cualquier caso, el pacto UE-Turquía es simplemente un parche para una situación que requiere soluciones a largo plazo. El problema no es solo la crisis de refugiados: es quien más puede beneficiarse de las caóticas escenas en la frontera externa de la UE. Muchos de los terroristas involucrados en las masacres de París y Bruselas - todos ellos europeos - habían viajado a Siria sin ser detectados por los servicios de seguridad. Al menos dos de ellos se hicieron pasar por refugiados en su vuelta a Europa.
Para salvar Schengen, la UE necesita políticas comunes en materia de inmigración y seguridad, pero estas tardarán años en ser aprobadas, y ningún país va a tomar decisiones importantes en el estado de pánico reinante. Mientras tanto, la UE necesita gestionar ordenadamente los flujos migratorios y asegurar la seguridad de los europeos. Los siguientes cinco pasos pueden ayudar a conseguirlo:
Uno. Europa necesita asegurarse de que aquellos que llegan a suelo europeo son registrados y que sus demandas de asilo son tratadas adecuadamente. Para ello, Bruselas y los Estados miembros tienen que enviar el dinero, personal y material necesario a los llamados hotspots (centros de gestión de inmigrantes en Grecia e Italia), que actualmente carecen de los medios suficientes para hacer frente a la crisis.
Dos. La Comisión Europea tiene que dejar de hacer grandes promesas y centrarse en cumplir las medidas que ya ha adoptado. La principal, y más urgente, es convencer a los Estados, por la vía legal si es necesario, de que acojan al número de refugiados que les corresponde. Con mejores procedimientos de seguridad que permitieran distinguir refugiados de criminales, los Estados tendrían una excusa menos para no cumplir con su parte del trato.
Tres. La UE necesita mejores acuerdos de readmisión con terceros países, para poder mandar de vuelta a aquellos sin derecho a estar en Europa. En la actualidad, menos del 40% de los demandantes de asilo cuya petición es denegada son deportados a sus países de origen (o de tránsito). De esta forma, los Estados miembros podrían concentrarse en aquellos que realmente requieren protección, y el negocio de los traficantes se vería disminuido.
Cuatro. El objetivo final de la UE debería ser ofrecer a los demandantes de asilo rutas legales para entrar en Europa, sin tener que arriesgar sus vidas en el mar ni pagar a traficantes sin escrúpulos. Para ello, la UE debería establecer centros de gestión de refugiados en países como Turquía, Egipto o Jordania. Una Agencia Europea de Asilo podría procesar las peticiones y distribuir a los demandantes de asilo entre los diferentes países europeos, directamente desde estos centros.
Cinco. Para neutralizar la amenaza de los yihadistas europeos, la UE debería usar mejor las bases de datos de Schengen, incluyendo el Sistema de Información Schengen, que contiene datos sobre sospechosos y criminales buscados; las de Eurodac, donde se almacenan las huellas dactilares de los demandantes de asilo; y las bases de datos Prüm, que contienen información sobre ADN y huellas dactilares de criminales.
Si la UE quiere salvar Schengen, necesita recuperar el control de sus fronteras externas. Es fundamental que Europa sea capaz de distinguir entre aquellos que son bienvenidos y los que deberían quedarse fuera.
Camino Mortera es investigadora en el Centre for European Reform (CER).