La falta de inversión pública de Alemania lastra a su economía y frena a la UE
“El estancamiento alemán arrastra a toda la eurozona. Esto se ve de manera muy prominente en lugares como la República Checa, que están tan ligados a las cadenas de suministro alemanas”, explica Sander Tordoir, economista jefe del instituto de análisis Centro para la Reforma Europea (CER, por sus siglas en inglés), especializado en el papel de Alemania en la UE. “Como norma general, si se analiza la literatura [económica], un punto porcentual de estímulo fiscal en Alemania (como porcentaje del PIB) debería añadir alrededor del 0,1% a los países circundantes, desde Polonia hasta los Países Bajos y Francia. Por el contrario, el estancamiento permanente y la austeridad en piloto automático en Alemania arrastran el crecimiento a todos los demás países”.
La economía de la potencia industrial se contrajo en el segundo trimestre, para sorpresa de la mayoría de expertos y de los institutos económicos, que contaban con un estancamiento o con un ligero crecimiento. La debilidad alemana se cronifica. Lleva desde la primavera de 2022 oscilando ligeramente por encima y por debajo del cero y no se espera una gran mejoría en el tercer trimestre de este año, asegura Klaus Wohlrabe, director de encuestas del instituto económico Ifo. “La economía alemana está atrapada en la crisis”, sentencia.
A eso contribuye la falta de inversión, viene a decir Tordoir: “La economía alemana tiene potencial para crear nuevas empresas y mercados, pero ese proceso se ve frenado por unas infraestructuras deterioradas, lagunas en la digitalización, demasiada burocracia y unos mercados de capitales lentos. Esto frena el dinamismo y la rotación de las empresas. Un ejemplo: De las 40 empresas de primera fila que cotizan en el índice DAX de Alemania, 23 tienen sus orígenes en el siglo XIX o antes, y solo dos se fundaron en este siglo. Ese es el daño duradero de la absoluta falta de inversión pública o de reformas en los últimos 15 años”. Este investigador calcula, por ejemplo, que la red ferroviaria necesita una inyección de inversión de 45.000 millones de euros hasta 2027 y lamenta que “el gasto neto en educación superior creció menos de un 1% en términos ajustados a la inflación entre 2010 y 2018, frente al 6% de los Países Bajos, el 15% de EE.UU. y el asombroso 116% de Estonia”.
La falta de inversión está frenando a la economía, constata Wohlrabe, que culpa de ello a la incertidumbre de la política económica. “Sabemos por nuestras encuestas que más del 40% de las empresas informan de la falta de pedidos”. Mientras tanto, el consumo privado no remonta pese a la mejora de los salarios. “Los consumidores son algo reticentes a la hora de gastar. Hay cierta cautela con respecto a la tasa de inflación, que aumentó ligeramente. Los consumidores alemanes son muy sensibles a la inflación”, recuerda, en entrevista con EL PAÍS.