El ciclo económico de Europa ensombrece el camino para competir con China y Estados Unidos

Press quote (El Diario)
01 February 2025

“En Europa, el clima económico es sombrío, con un PIB que crece a un ritmo mediocre y mucho más lento que en EEUU y en Asia y que, en consecuencia, ejerce de lastre de ingresos personales y de retraimiento del poder adquisitivo de los europeos”. La cita encabeza un informe del Centre for European Reform (CER), think tank británico que emergió de la Tercera Vía del laborismo de Tony Blair, en los noventa, y que siempre se ha jactado de tener una visión paneuropea; incluso durante el último decenio de Brexit.

A continuación, su autor, Aslak Berg, profundiza en la brecha competitiva que exhibe la UE frente a las dos superpotencias mundiales -EEUU y China- y que señalan los informes de los ex primeros ministros italianos, Mario Draghi e Enrico Letta, como el origen de los males económicos del club comunitario, para relacionarla con el mutante juego geopolítico actual: “el orden internacional que surgió con la Guerra Fría se está fracturando a marchas forzadas debido a las presiones que la rivalidad entre Washington y Pekín están generando en ámbitos como el tecnológico, los flujos comerciales, los mercados de capitales, la logística, la energía o en el terreno monetario”.

En opinión de Berg, “para Europa y su economía de comercio intensivo, altamente dependiente de su consumo interno y de su sector exterior para crear dinamismo”, el freno competitivo con sus dos grandes competidores “le genera dolores de cabeza adicionales”.

Bruselas ha tomado conciencia de esta rémora. De hecho, las recomendaciones de Draghi y Letta del pasado otoño se han convertido en la prioridad absoluta de la agenda política del segundo mandato de Ursula von der Leyen que, con algunas fechas de retraso que ciertas voces achacan al compás de espera hasta comprobar las primeras andanzas de la Administración Trump en vez de a la convalecencia de la presidenta de la Comisión Europea, ha puesto en liza la “brújula” que debe guiar los destinos competitivos de la UE y encauzar el rumbo perdido de sus socios “en los próximos cinco años”.