Cómo debe la UE coordinar la salida del confinamiento

Opinion piece (El Pais)
16 April 2020

Los gobiernos europeos esperan que las ‘apps’ de rastreo de casos les permitan relajar el confinamiento. Pero queda mucho trabajo por hacer, tanto a escala nacional como europea, antes de disminuir las restricciones.

Están creciendo los llamamientos para levantar el confinamiento entre los países europeos. Austria y Dinamarca y Francia ya han anunciado planes para abrir las escuelas. Pero abandonar estas medidas sin pruebas masivas ni mecanismos efectivos para rastrear los casos puede ser muy peligroso, sobre todo si se considera que la Covid-19 es mucho más contagiosa que sus predecesores; por ejemplo, el Sars. Aunque se realicen pruebas de manera rigurosa y se implemente el rastreo, serán necesarias algunas restricciones del contacto social, por lo que debe plantearse una salida paulatina del confinamiento. Una vez que se haya demostrado que pueden relajarse las medidas, al tiempo que se mantiene la enfermedad a raya, todavía se requerirá de coordinación a escala europea para permitir los viajes entre estados miembros. Si no hay confianza en las estrategias de los demás, los países serán muy reacios a la apertura.

La Covid-19 es particularmente contagiosa porque la gente sin síntomas es capaz de propagar la enfermedad. El brote del Sars de 2003 fue relativamente fácil de contener porque, que se sepa, los pacientes asintomáticos o pre-asintomáticos no podían transmitirla. Por el contrario, esos mismos pacientes de la ‘Covid-19’ tienen capacidad de contagio, lo que significa que han podido infectar a muchas otras personas antes de cumplir con el aislamiento.

Si no existen vacunas ni tratamientos farmacéuticos disponibles, hay tres formas de frenar el brote de una enfermedad. Todas ellas incluyen la limitación del contacto entre las personas infectadas y el resto de la gente. Una de las estrategias es la identificación y el aislamiento. La segunda es la implementación de medidas generales de higiene, como el lavado de las manos, el uso de mascarillas y la desinfección de áreas que la gente haya tocado. La tercera es la imposición de medidas de distanciamiento social general y, en casos extremos, el confinamiento para reducir el contacto entre todos los miembros de la sociedad.

Estimaciones del Imperial College London muestran que las medidas severas de confinamiento han sido necesarias para limitar la propagación del virus. Restricciones más moderadas, como el distanciamiento social, el aislamiento voluntario de personas con síntomas, el cierre de escuelas y la prohibición de eventos públicos, no han sido suficientes para detener el avance de la pandemia. R es el número utilizado por los epidemiólogos para medir el nivel de contagio de una enfermedad: se trata de la media de personas que han sido infectadas por alguien que la padece. En los países europeos, R, sin intervenciones, es notablemente similar: alrededor de 4; si bien una reciente estimación de investigadores de Estados Unidos lo sitúa en un punto más alto, en el entorno de 5,7. Sólo el confinamiento ha reducido este número a aproximadamente 1. Se necesita un número inferior a 1 para reducir la cifra de personas enfermas (los gráficos 1 y 2 muestran los cálculos del grado de reducción de R en Alemania e Italia, después de implementar diferentes medidas).

 

El número de fallecidos con Covid-19 se encuentra muy por debajo de la cantidad de infecciones porque, en países con un sistema de salud desarrollado, el virus puede tardar semanas en producir la muerte. Después de tres o cuatro de confinamiento, el número de fallecimientos diarios ha empezado a reducirse en Italia y España, pero ambos países aún están muy lejos de la inmunidad colectiva (es decir, cuando quedan muy pocos individuos susceptibles de convertirse en huéspedes del virus, por lo que no puede seguir propagándose). De acuerdo con el Imperial College, sólo el 15% de la población española y aproximadamente el 10% de la italiana se han contagiado. Esto coincide con un estudio reciente, desarrollado en Alemania, en el que se encontró que el 15% de los residentes de Gangelt, un pequeño pueblo seriamente afectado por el virus, se había contagiado. Como en otros lugares ese porcentaje es mucho más bajo, la mayoría de la gente aún es susceptible de contraer la enfermedad. Sin un sistema efectivo para identificar y aislar los casos, levantar las medidas de confinamiento puede traducirse en otra ola de contagios y, por lo tanto, en una nueva orden de confinamiento. Hay que recordar que la segunda de la pandemia de gripe en 1918 y 1919 fue mucho más mortal que la primera.

La alternativa a una medida contundente de confinamiento absoluto es el aislamiento de casos específicos. Como se ha señalado más arriba, el hecho de que la gente pueda contagiar a otros, incluso antes de presentar síntomas, hace que esta estrategia sea complicada. Las aplicaciones para el rastreo de contactos ofrecen una solución. Se han utilizado en China, Singapur y Corea del Sur, y muchos gobiernos europeos han anunciado que están desarrollando sus propias versiones.

Estos sistemas de rastreo funcionan de la siguiente forma: la gente descarga la app en su móvil, que registra la cercanía física de otras personas que también la tienen. Esta aplicación funciona a través de Bluetooth, posiblemente en combinación con datos de ubicación por GPS, y permite el registro de los contactos con otros teléfonos que han estado lo suficientemente cerca como para que se produzca el contagio. Cuando alguien presenta los síntomas, se le hace una prueba. Si el resultado es positivo, se somete a aislamiento y las autoridades de salud pública le piden al paciente que informe a sus contactos a través de la app. Esas personas, a su vez, se aíslan, sus contactos son informados y así sucesivamente. La aplicación no revelaría al Gobierno ni a los usuarios quién ha estado enfermo: sólo se enviaría una alerta para que cada uno se someta al aislamiento y las pruebas.

Las apps de rastreo permiten que los pacientes pre-asintomáticos puedan aislarse rápidamente. Investigadores de la Universidad de Oxford, liderados por Luca Ferretti, han demostrado que el rastreo automático de contactos es mucho más efectivo que el manual. Si el rastreo y el aislamiento ocurren en un periodo de tres días, R será mayor que 1, mientras que si sucede en un día, el número será menor. El sistema podría funcionar aún mejor si todos los contactos que han recibido la alerta para que se aíslen también son sometidos a la prueba, porque así sería más probable que cumplan con la cuarentena. Si la aplicación les pide que se queden confinados, pero no tienen ningún síntoma, podrían decidir asumir el riesgo de salir para seguir trabajando.

¿Qué tan efectivo debe ser este sistema? De acuerdo con las simulaciones del grupo de Oxford, aproximadamente el 55% de las personas deberían tener la ‘app’ en su móvil para detener la propagación del virus. En vista de que las personas mayores y en riesgo tendrán que permanecer en aislamiento, y que la mayoría de los niños no tienen teléfonos inteligentes, eso significaría que 80% de los habitantes de Europa que poseen móvil tendrán que usar la app para que el sistema sea efectivo. Esto implica que será difícil alcanzar la meta si la descarga de la on aplicación´ no es obligatoria.

La reducción de las restricciones en China ofrece lecciones para los políticos europeos. Aparentemente, China ha frenado exitosamente el brote, con un descenso sustancial en el número de nuevos casos y muertes. Aunque es cierto que hay mucho escepticismo en relación con los datos publicados por el país asiático, las medidas de confinamiento se han levantado, lo que permite inferir que el brote está controlado, al menos por ahora. Allí es obligatorio descargar la app para salir de casa. La privacidad de la gente apenas se tiene en cuenta: los datos sobre los movimientos de los individuos se recogen en una base de datos central, y no son anónimos.

Pero, incluso así, también se han hecho necesarias otras medidas. Los restaurantes se han abierto, y también las escuelas de las comunidades que ya están libres de la enfermedad. Pero las universidades permanecen cerradas porque los estudiantes provienen de todo el país; los gimnasios y los cines tampoco han abierto sus puertas; se han prohibido las grandes concentraciones de personas, y se realizan controles de temperatura en las entradas del metro y en las oficinas. La gente puede viajar entre regiones, pero debe someterse a revisiones médicas. Y cualquiera que llegue en un vuelo internacional debe cumplir una cuarentena de dos semanas.

Al ser democracias liberales, los países europeos probablemente tendrán más dificultades para salir rápidamente del confinamiento. El alto grado de integración económica entre los estados miembros significa que es necesaria la coordinación a escala europea para que la economía vuelva de algún modo a la normalidad, antes de que se desarrolle la vacuna contra el virus. El turismo forma una parte importante de las economías del sur de Europa, especialmente en los meses de verano, por lo que si se mantienen las restricciones de viaje, será muy perjudicial para estos países.

Las ‘apps’ de rastreo de casos deberán ser ‘inter-operables’ (lo que quiere decir que deben reconocer contactos de varios países y desde distintos tipos de teléfonos inteligentes), y deben garantizar la privacidad, sobre todo porque la gente no las usará si esto no se asegura. El 11 de abril, Apple y Google anunciaron que trabajarían juntos para que todos los teléfonos estén actualizados, de manera que se pueda permitir la inter-operabilidad entre dispositivos que funcionan con distintos sistemas operativos (iOS y Android). De esta forma, un Bluetooth de un teléfono Android podrá reconocer el de un iOS (el proceso es muy parecido al del correo electrónico, que es completamente inter-operable entre varias apps y sistemas operativos).

Este sistema, además, permitirá que las aplicaciones de varios países europeos puedan comunicarse entre sí. La Unión Europea tiene un rol fundamental para garantizar que esto ocurra: si las apps europeas son incompatibles, las restricciones de viajes deberán mantenerse, porque los estados miembros temerán que los viajeros regresen a casa con el virus.

Las apps que funcionan con Bluetooth están listas en su mayoría, de acuerdo con conversaciones mantenidas con desarrolladores de software. La app Trace Together de Singapur (que ya está siendo usada por el 20% de los habitantes de la ciudad-estado) ha sido un buen modelo porque utiliza Bluetooth, que es la vía más fácil de garantizar el anonimato en el rastreo de los contactos. Pero se necesita trabajar aún más para ejecutar los servidores que almacenan los datos de contacto. Las apps funcionarán mejor si los datos de Bluetooth se sustituyen con datos de ubicación por GPS. Pero, en este caso, para garantizar el anonimato, llevará más tiempo el desarrollo del software y los servidores, lo que, a su vez, implicará una regulación más estricta y una mayor supervisión.

La UE debe garantizar que las apps cumplan con los requisitos de privacidad. Como se ha explicado anteriormente, quizás sea necesaria la obligatoriedad de la descarga para conseguir el número requerido de usuarios, y la única forma de que eso sea políticamente sustentable es que la privacidad se asegure completamente.

El rastreo de los contactos sólo funciona en combinación con la realización de pruebas masivas. Considerando la falta de capacidad para hacerlas en muchos países europeos, es posible que pasen muchas semanas antes de que estas ‘apps’ empiecen a funcionar en varios estados miembros. Los gobiernos no sólo deben garantizar que los casos estén aislados, sino que deben contar con datos idóneos y rigurosos sobre los brotes locales, en caso de que sea necesario aplicar nuevas medidas de confinamiento en los epicentros de la Covid-19. Con procesos coordinados de contratación, la UE puede ayudar a que todos los estados miembros tengan la capacidad de hacer pruebas y cuenten con los sistemas efectivos para monitorear la enfermedad en áreas locales. Los gobiernos sólo estarán dispuestos a disminuir las restricciones de viajes entre estados miembros si están seguros de que sus pares están trabajando efectivamente para frenar el brote.

Pero el aislamiento de los casos y el rastreo de los contactos quizás no sean suficientes para contener la enfermedad, sobre todo porque no sabemos a ciencia cierta cuán contagioso es realmente el virus y cómo se propaga. Los países europeos que están listos para empezar a salir del confinamiento serán importantes fuentes de información sobre la efectividad de distintas medidas. Una vez que Austria abra las escuelas, por ejemplo, será posible estimar en qué medida aumenta R. Si se demuestra que las apps no son efectivas (quizás porque su desarrollo lleva mucho tiempo o porque aumentan los contagios de personas asintomáticas que no se han hecho la prueba), los gobiernos tendrán capacidad de respuesta para aplicar también otras medidas. La UE puede ayudar a canalizar la información útil con otros estados miembros que mantienen el confinamiento.

Para evitar un brote masivo en el futuro, los países deben seguir mejorando su capacidad para hacer pruebas y desarrollar sistemas de rastreo de casos. Sólo así podrán relajar progresivamente las restricciones y determinar los efectos de distintas intervenciones en las tasas de contagio. La UE puede contribuir a que todos los estados miembros tengan a su disposición las pruebas y la tecnología, que compartan información entre ellos sobre lo que funciona y lo que no, y que se garantice el respeto a la privacidad de los ciudadanos. Sin una reducción cuidadosa y coordinada de las medidas de confinamiento, las restricciones de viaje continuarán hasta el verano, y eso dificultará seriamente la recuperación de la economía, especialmente en los países del sur de Europa. Pero es mejor retrasarse un poco y desarrollar las capacidades y el conocimiento que apresurarse de cualquier modo hacia la puerta de salida.

(Este análisis se publicó originalmente, en inglés, en el Centre for European Reform)