'Brexit' y los rebeldes de Johnson: La vida sigue igual
El 'brexit' ha cambiado las reglas del tiempo y el espacio, de forma que las unidades de medida por las que nos regimos el resto de los mortales no parecen aplicarse a los políticos británicos.
El interminable proceso del 'brexit' se ha vuelto tan predeciblemente repetitivo que los que lo seguimos de cerca nos vamos quedando sin recursos literarios que echarnos a la boca. No sé cuántas publicaciones poblarán las redes con el título “'Brexit' o el día de la marmota”, haciendo referencia a la famosa película en la que Bill Murray revivía el mismo día una y otra vez (y que, por cierto, nunca se llamó “El día de la marmota”, por si os lo preguntan en el Trivial). Contrariamente a lo que defendía Heráclito, parece ser que un hombre sí que puede bañarse varias veces en el mismo 'brexit'.
El 'brexit' ha cambiado las reglas del tiempo y el espacio, de forma que las unidades de medida por las que nos regimos el resto de los mortales no parecen aplicarse a los políticos británicos. Los diputados de la Cámara de los Comunes son capaces de tumbar tres veces un mismo acuerdo, echar a una primera ministra, aprobar otro acuerdo unos meses más tarde para luego darse cuenta de que lo que habían aprobado en realidad no era lo que querían aprobar. Del 2016 al 2020, con varios saltos temporales hacia adelante y hacia atrás, como Marty McFly en su 'DeLorean' (Google, de hecho, sugiere 134 millones de resultados para “Brexit: Regreso al Futuro”, en su versión en inglés).
Total, que aquí estamos, cuatro años después del referéndum, hablando exactamente sobre lo mismo que entonces: la incompatibilidad entre el 'brexit' duro que quería (y parece que logró, al menos de momento) el ala más radical del Partido Conservador británico y la ausencia de controles fronterizos entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido. En el último capítulo de este culebrón delicioso y aparentemente infinito, Boris Johnson y su Gobierno se disponen a desobedecer uno de los principios más antiguos del Derecho Internacional ('Pacta sunt servanda', lo pactado obliga), presentándole al Parlamento una ley que, de ser aprobada, invalidaría partes del Acuerdo de Divorcio de la UE firmado por el propio Johnson en Octubre del 2019.
Giro argumental
¿Lo conseguirán? Un grupo de irreductibles diputados se resiste, todavía y como siempre, a las maquinaciones de Johnson y su equipo. En un giro argumental que recuerda a estas mismas fechas un año atrás, cuando 21 diputados conservadores fueron expulsados del partido por votar con la oposición para obligar a Johnson a solicitar una extensión a la UE, un número cada vez más amplio de diputados se disponen a retar de nuevo al 'premier'. En esta ocasión, los rebeldes pretenden obligar al primer ministro británico a cumplir con los términos de un acuerdo internacional aprobado por él mismo. Creíamos que a este 2020 ya se lo habíamos visto todo. Parece ser que no.
Los franceses tienen un adagio perfecto y no fácilmente traducible para este tipo de situaciones: 'Plus ça change, plus c'est la même chose'. La expresión española que más se le aproxima ya la cantaba Julio Iglesias: la vida sigue igual. Pues eso.